El llamado de los bancos en EE.UU. por el «Plan Bessent», la reacción china y el dólar que viene
Mientras Javier Milei preparaba su discurso en la asamblea de la ONU en Nueva York, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, volvió a sacudir este miércoles a los mercados en Argentina con el anuncio de un salvataje inédito. En tres días, los inversores pasaron del pánico a la euforia por la promesa de un swap de US$ 20.000 millones, un crédito stand by y la compra de bonos soberanos argentinos que habían caído en desgracia.

En las próximas horas, habrá más reuniones y el viernes Milei regresará a Buenos Aires con un Luis Caputo recargado, después de asomarse al abismo. El ministro celebró ayer una «nueva era» desde Nueva York, junto a José Luis Daza. Los contactos del viceministro de Economía con Bessent dieron sus frutos. Se dice que el republicano fue un gran inversor del fondo QFR Capital Management, fundado por Daza junto a Demian Reidel en 2007, desde Wall Street.
El «Plan Bessent» arrancó a todo motor el lunes. Frenó la crisis cambiaria que amenazaba con profundizar la sangría de reservas en la previa electoral. El dólar se desplomó y este miércoles el dólar descendió a $ 1.360, abaratándose un 10% desde el pico de $ 1.515 del viernes. Las retenciones cero provocaron un baño de contratos de exportaciones de granos, alcanzando en 3 días el cupo de US$ 7.100 millones previsto hasta el 31 de octubre.
El repunte de entre el 25% y 35% en los bonos en dólares en la semana alejó el fantasma de un nuevo default y hundió el riesgo país desde los 1.500 puntos del viernes pasado a cerca de 900. Los bonos no tocaron máximos porque hubo toma de ganancias extraordinarias: quienes compraron US$ 20 millones en bonos GD30 a un promedio de US$ 63 y vendieron a US$ 74, se llevaron US$ 2,2 millones en 3 días. «No recuerdo algo así», confesó un avezado operador desde Nueva York.
Sin enviar un sólo dólar, la intervención de Donald Trump encendió los teléfonos entre viejos conocidos de Caputo. En las últimas horas, el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), un think tank con sede en Washington cuyo directorio reúne a gigantes como el Santander, Citi, JP Morgan, Morgan Stanley y Deutsche Bank, tuvo que responder tres interrogantes entre sus miembros: cuál va a ser el impacto del «paquetazo», cómo va a funcionar y qué va a hacer Milei.
«Cuando vos mirás la historia del uso de estos fondos, siempre lo que más se usa es la línea de swap», recordaron en uno de los bancos. Durante la crisis del Tequila, México recibió un crédito de US$ 20.000 millones con bonos en garantía y un plazo de 10 años, financiado por el Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF, por sus siglas en inglés) que ahora reflotó Bessent. Junto con esa línea, hubo un swap de divisas de hasta US$ 6.000 millones, que se activaba en tramos a pedido de México.
Si se replica el modelo mexicano, el Banco Central podrá intercambiar pesos por dólares con el Tesoro de EE.UU con un plazo de 90 días y la posibilidad de renovarlos. Con ese nuevo «seguro», la expectativa es que Milei se desprenda del swap chino de US$ 18.000 millones, y devuelva los US$ 4.500 millones que usó Sergio Massa para pagar importaciones y deuda con el Fondo Monetario. «En principio, el swap con Estados Unidos sirve para asegurar el no default», dijo un exdirectivo del BCRA.
Bessent tiene en la mira el swap chino desde abril. Después de desembarcar en Buenos Aires para respaldar las bandas de flotación con el préstamo del FMI de US$ 20.000 millones, dijo que el principal socio comercial de Argentina firmó acuerdos «rapaces» disfrazados de ayuda en Africa y que su objetivo era evitarlo en América Latina. La respuesta de Beijing ahora fue comprar entre 10 y 20 barcos de soja por hasta US$ 700 millones, incluyendo harina de soja por primera vez.
En Wall Street, persisten las dudas sobre cómo se va a implementar lo que hasta ahora parece un «shock de confianza». Milei y Caputo sostienen que la crisis fue solo política y que el tipo de cambio no estaba apreciado. El salvavidas de Trump le dio nuevo aire al gobierno para llegar a las elecciones con el dólar controlado, las bandas emparchadas y la inflación contenida. Después de octubre, en Nueva York esperan una devaluación que encarezca el dólar y flotación libre.
«La asistencia de Estados Unidos puede ser un punto de inflexión para Argentina. El apoyo financiero aborda dos cuestiones sensibles del programa: 1) la liquidez externa necesaria para facilitar la transición hacia a un régimen cambiario más flexible, y 2) la necesidad de recuperar rápidamente el acceso al mercado de capitales para cumplir con un calendario de pagos de la deuda externa bastante demandante», dijo Martín Castellanos, economista jefe del IIF.
El cronograma que imaginan en Wall Street es el siguiente: 1) la compra inmediata de reservas, 2) el arranque del swap antes de octubre, 3) la compra de deuda argentina por parte de Estados Unidos o algún préstamo, en función de los resultados electorales, y 4) el «nuevo dólar». En caso de avanzar por ese camino, el Gobierno sumaría a Estados Unidos a la larga lista de acreedores integrada por el FMI, China, el BID, el Banco Mundial, el Club de París y bonistas privados, entre otros.
«Si el ESF llegara a invertir en deuda soberana y exigiera garantías adicionales para hacerlo, habría que encontrar la forma de estructurarlo sin violar la cláusula de pari passu. Es claro que el gobierno de EE.UU. no podría recibir, para la compra de un bono, mejores garantías que el resto de los inversores», dijo Alberto Ades, del fondo NWI Management, en la red X. El otro asunto que genera ansiedad en Estados Unidos es si Milei ampliará su influencia legislativa y las alianzas políticas.